DOS ANIVERSARIOS Y UNA PREGUNTA QUE NO TIENE CONTESTACIÓN…

Por Ernesto Cirillo

El 1° de julio se conmemora el fallecimiento del gener al Juan Domingo Perón pasando 45 años de ese lluvioso día y recordando las palabras de despedida de Ricardo Balbín despidiendo a un amigo.

Pero también se cumplen 32 años del robo que conmocionó a la sociedad de aquel entonces no solo de nuestro país sino en todo el mundo. Fue en un 1° de julio, en el cementerio de la Chacarita, profanado el mausoleo del General Juan Domingo Perón robándoles las manos.

Se tejieron muchas hipótesis sobre el robo desde que utilizarían las manos para las huellas y retirar la posible fortuna que tenía Perón en Suiza, hasta un tema exotérico por parte de la P2.

Alberto Baños fue el Juez que intervino en la causa que nunca se cerró hasta el día de hoy ya que los involucrados son agentes de inteligencia de la Side y de la SIE (Servicio de Inteligencia Militar).

Baños que en sus inicios de la investigación llevo parte de los expedientes a su casa en Adrogué en el sur del Conurbano, pero tuvo un robo sospechoso y se llevaron parte de ese expediente.

En el año 1994 se reabrió la causa porque el juez había encontrado en un allanamiento las copias de las llaves del mausoleo en un sótano de la comisaría 27 de la capital.

Según Baños  agentes de inteligencia militar y de la side estarían involucrados pero los gobiernos democráticos como el de Menem, el de De La Rúa, el de Duhalde, Nestor Kirchner y el actual Mauricio Macri, no aportaron los documentos secretos de las identidades de los agentes que estuvieron en el robo.

El Gobierno Militar había blindado el mausoleo con dos puertas de blindex de unos 8 centímetros de espesor y con cuatro cerraduras que en cada una de ellas tenían tres llaves y las copias se encontraron en la comisaría 27.

El Juez Baños no cerró la causa esperanzado que alguna vez el poder político entregue los nombres de los agentes de inteligencia de aquellos momentos tristes de nuestro país.

Actualmente los restos del General Perón descansan en la quinta de San Vicente pero sin sus manos donde firmaron miles de documentos que mejoraron la calidad de vida a todos los habitantes de este territorio.

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