Las hijas del fuego: cuando los cuerpos se vuelven territorio

Por Abril García Mur y Juan Manuel Ciucci

Primera parte de la entrevista a 6 protagonistas de la película porno feminista que pateó el tablero del cine nacional: “Básicamente fue un impulso desesperado mientras ganaba Macri. Hagamos porno hasta que se vaya Macri”.

Un modo inusual pareció la mejor manera de registrar la charla con las protagonistas de Las Hijas del Fuego: Rana Vegana, Maru Marcet, Mijal Katzowitz, Rocío Zuviría, Rosario Castelli y Disturbia Rocío. Las respuestas aparecen sin una referencia puntual a quién realizó cada intervención, aunque se registran las diversas participaciones por separado. Así se construye una polifonía de voces que impugnan tanto al patriarcado como al status quo del cine nacional. Una búsqueda que recién comienza, en un mundo que se construye con la fuerza del feminismo. El goce como reivindicación y rebeldía, ante un mundo que oprime y castiga.

AGENCIA PACO URONDO: ¿Cuál es el punto de partida, el origen de la película?

Hijas del Fuego: La película surge de una idea de Albertina Carri. El guión se escribía a medida que se hacían los castings, tuvo que ver con ir encontrando a las chicas.

HDF: Básicamente fue un impulso desesperado mientras ganaba Macri. Hagamos porno hasta que se vaya Macri (risas). Abrazos de porno (más risas), y eso fue salir sin tener algo muy pre definido. De hecho fuimos grabando sin tener el guión completo. En el medio fuimos encontrándonos con las chicas, más que nada desde la participación en espacios activistas, y así fue tomando forma a medida que avanzaba el grupo mismo. Siempre con la idea de crear una película hecha por mujeres, lesbianas, trans y travestis. Esa fue una pauta desde el principio: independiente, sin plata y porno. Bueno sin plata no era lo más buscado (risas), pero fue un poco lo que pasó.

HDF: Con Rosario nos conocemos de festivales posporno, de hacer performances. Me acuerdo el día del casting, fue el último día de Cristina como presidenta, fue terrible.

APU: Ligado a esto, ¿por qué porno? ¿Ya lo pensaban como un porno feminista, cómo lo encararon?

HDF: La idea era discutirle al cine sobre la representación del sexo, y discutirle al porno sobre los formatos tradicionales del porno. Deliberadamente no es posporno, entre muchas razones, por esta discusión que le plantea al porno directamente con la propuesta de que hay otro porno posible, con otros cuerpos, otras prácticas, otros modos de producción, de circulación. De cuidado, de armado, de algo que no sólo es el producto final, sino el proceso mismo. Que se ve en la película, y que fue algo más de exploración, de búsqueda. De conseguir una fletera que no sea un chongo, de lo que pasa cuando no hay varones cerca. Generar espacios más cuidados, con todas las complejidades del cine independiente, y de no tener recursos, que siempre pesa.

HDF: Hay mucha ausencia de experiencias de sexo lésbico en el cine mainstream,  y en el independiente también. Sobre todo de sexo explícito, que siempre hay recortes. Buscamos cuerpos no hegemónicos, prácticas no hegemónicas, formatos de vínculos no hegemónicos. Lo que pasó en estos últimos 3 años con el nivel del feminismo creo que abrió un montón de puertas, que ahora hay que llenar de contenido. Porque si no nos quedamos con el pañuelo verde, una ley, derechos.  Algunas estamos queriendo pelear otras cosas, cuestiones como el placer, los formatos de familia, de vínculos, todo. Y la película me parece que abarca todos esos temas.

HDF: Me interesaba lo del porno también a nivel experimental, obviamente por todas las cosas que se venían hablando y demás sabía que no iba a ser una película porno tradicional. Me interesaba saber que me pasaba a mí, además de lo que me interesaba que se podía decir. Yo quería ver qué me pasaba a mí con esta exposición, con un cuerpo no hegemónico particularmente, con una edad que se supone ya no estás para hacer esas cosas, con un montón de cuestiones. Creo que eso se ve. No solamente en mí, sino que estábamos todes así, mirándonos, viendo… y nadie sabía cómo iba a ser la película (risas) e incluso hubo distintas versiones de qué suponíamos que iba a ser y fue otra cosa. Fue lo que salió de eso, a mí eso como experiencia me parece muy zarpado, y me parece que está buenísimo para invitar a hacer desde ese lugar.

APU: En la idea, que bien lo dice el nombre de la película, de que cuando nos juntamos entre nosotras hacemos brujerías, ¿qué significó para ustedes y para el mundo del cine, tanto en el plano simbólico como en el económico y el práctico, en el detrás de escena,  que sea una película íntegramente hecha por mujeres, lesbianas, trans?

HDF: Fue fundamental y fundante para esta película. Es un gesto político muy claro de parte de Albertina. La propuesta fue trabajar únicamente con mujeres, sabiendo lo que implica filmar un género así. Si hubiese habido varones los hubiéramos echado. Creo que no existía esa posibilidad, ya de por sí generar lazos laborales únicamente con mujeres va de la mano con lo que dice Rana: poder confiar en que podemos hacerlo nosotras, más en un género como este en donde los técnicos son hombres. Fue fundamental para sentirnos cómodas y generar un proceso real de confianza. Si hubiese habido un varón hubiese sido una interferencia.

HDF: A mí me resultó un alivio, sobre todo a nivel simbólico. No me hubiese dado ganas de exponerme si hubiese habido varones ahí. Compartir espacio es, a mi nivel subjetivo, una forma de empoderamiento más agresiva, más violenta. A mí este espacio me parece que fue muy empoderante como manifiesto: no los necesitamos pero tampoco los elegimos. A mí me gustó mucho formar parte de eso. Además, bueno, lo que vos decís a nivele económico que creo se responde solo ¿no? Siempre les pagamos a ellos, los necesitamos a ellos, los escuchamos a ello. Y la cuestión de no escuchar mansplaining en toda la cuestión técnica para mí fue poder respirar, directamente.

HDF: A mí me pasaba estando en la producción con Albertina de decir: bueno le pido a tal varón que haga esto o aquello, porque ya tenés el circuito armado de técnica, diseño, etc. De hecho lo único que hizo un varón fue el afiche porque fue muy a último momento. Entre la urgencia y el cine independiente hubo que hacer mucho esfuerzo extra. Quiero decir que fue una decisión política con costos, no sólo desde lo simbólico o subjetivo, sino que hubo que pelearla mucho más. Fue muy zarpado como se fueron armando estas redes entre mujeres, lesbianas, trans que estamos haciendo cine y dando discusiones re zarpadas. Está bueno que vaya habiendo precedente de cine, teatro y otras cosas hechas solo por mujeres y que se vayan armando circuitos que después también habrá que discutirlos.

APU: Retomándote y pensando que dentro de los feminismos nos vamos superando todo el tiempo, en la película también podemos encontrar patrones que se reproducen, porque el deseo está estructurado en el patriarcado. Incluso en el proceso de deconstrucción que estamos llevando adelante. ¿Cómo ven eso en la película? ¿Cómo se pueden seguir profundizando propuestas como esta, porno feminista y disidente?

HDF: A mí no me hubiese interesado que la peli se vuelva un catálogo de prácticas posibles, no me interesa para verlo ni tampoco para hacerlo. ¿Se podrían mostrar otras prácticas, deseos disidentes? Sí, todo se podría. Pero me parece que la película muestra situaciones posibles o fantasiosas, y que podrían ser otras pero son esas. Más desde el lado de las identidades que se representan que sí estaría bueno que se amplíe, pero más allá de la película, en el sentido de que se amplíe la posibilidad de quienes pueden acceder a estar en frente o atrás de una cámara. No se contradice con lo que hicimos, es un camino a seguir, y no empieza con esta película sino que se viene trabajando en muchos lados. Pero sí que a partir de estas cosas puedan acceder cada vez más identidades.

,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *