Soja, la fiesta de la muerte

Por Ana Villarreal (*)

Tal vez, no sea inmediata la mutación del color de los mares. De acuerdo a vaticinios científicos, las masas de las aguas dejarán de verse verdes y pasarán a ser cada vez más azules, en correspondencia con la ausencia de plancton. Es decir, la disminución de la vida, producto de la contaminación y el calentamiento global.

Lo que ya es comprobable, sin lugar a dudas, es la muerte diaria de especies animales en los ríos del país, originada por la avaricia de los productores sojeros. El silencio cómplice de las clases dirigentes se verifica en la ausencia de políticas de Estado para controlar el uso indiscriminado de herbicidas, entre ellos el glifosato, en el sembrado de soja en miles de hectáreas de la pampa húmeda. Y en esta asociación criminal, los implicados en la fiesta de la muerte, no se distinguen por su bandería política.

Estudios realizados entre 2010 y 2015 en los cursos de aguas de arroyos y ríos que desembocan en el Paraná dan cuenta del arrastre permanente de agrotóxicos derivados del cultivo intensivo de soja en el país.

Damián Marino, científico del Centro de Investigaciones del Medioambiente, dependiente de la Universidad Nacional de La Plata y del CONICET, ha hecho referencia recientemente, a los resultados de la investigación. “El Paraná está en problemas -advirtió-, en el tramo superior de la cuenca hay concentraciones de distintos insecticidas de uso agrícola, mientras que desde la cuenca media hacia la baja existe una contaminación múltiple con algunos metales y principalmente el glifosato”.

El científico relató, además, que “mirando resultados de los análisis, veíamos que el glifosato estaba pegado en partículas en suspensión o formando parte del sedimento. A partir de la cuenca media empezaba a aumentar la concentración y cuando llegaba a la altura de Luján había aumentado mucho”.

Marino también indicó que “en los últimos diez años entraron al país más de 1000 millones de litros de glifosato, lo que pone a la Argentina en el primer puesto a nivel mundial en la cantidad de uso de plaguicidas por habitante”.

Innumerables estudios de organizaciones ambientalistas han alertado sobre los efectos nocivos de la utilización de herbicidas carcinogénicos como el glifosato. Se ha comprobado que su uso tiene efectos crónicos en la salud humana. Se han verificado defectos en recién nacidos, origen en enfermedades neurológicas como el mal de Parkinson y aumento de los casos de cáncer. La responsabilidad política, en éste, como en tantos otros casos de crímenes del capitalismo es un arma letal cargada de presente.

(*) Periodista, miembro de conducción de la UTPBA.

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