En esta tarde, estamos acá, en una plaza, la Plaza Constitución, plaza que es cruce de caminos. Miles de trabajadores y trabajadoras pasan por aquí cada día. Es en esta plaza donde queremos dar testimonio como Familia Grande del Hogar de Cristo que vive en la ciudad de Buenos Aires y decir ‘Ni un pibe ni una piba menos por la droga’. Sabemos que las adicciones traen mucho sufrimiento y no arreglan nada, complican mucho la vida y terminan muchas veces con la vida.
Hoy escuchamos en esta plaza el Evangelio de Jesús. Su palabra de misericordia que siempre nos inspira. Jesús dice: ‘no juzguen, no condenen’. No mirés el defecto de tu hermano, tratá de transformar y cambiar tu corazón primero. Sé misericordioso como el Padre Dios es misericordioso.
Hoy estamos acá en esta Plaza, pero ustedes a lo largo de todo este mes han visitado distintas plazas en nuestra ciudad. Han estado en Plaza Flores, en Plaza Once, en Plaza de Mayo, en la plaza que está frente a la ‘Redonda’ [Parroquia Inmaculada Concepción del barrio de Belgrano], en la Plaza Vicente López. Ustedes han estado visitando a personas que están viviendo en la calle con el espíritu de Jesús. Y lo primero que decimos es que la calle no es un lugar para vivir. Llevamos misericordia, una palabra de consuelo, de aliento. Nadie está en la calle porque quiere, algo le ha pasado para estar en la calle. Por eso, antes de hablar de alguien que está en la calle hay que hacerlo con mucho respeto, con mucha delicadeza. Hay familias enteras que están en la calle porque no pueden pagar su alquiler y terminaron allí, en la calle. Hay chicos o chicas que están en la calle porque han caído en la calle y ese sufrimiento va en aumento.
Por eso nosotros, como Familia Grande del Hogar de Cristo, a lo largo de todo el mes hemos visitado a la gente que está en calle, le hemos tendido la mano, tuvimos un gesto sencillo de llevar algo para comer, de servir un mate cocido, de dar una estampa, de dar la bendición de Dios. Muchos de ustedes, queridos chicos y chicas, saben lo que es estar en la calle; no se los voy a explicar. No les voy a contar yo lo duro que es estar en la calle. Por eso su corazón es muy sensible ante alguien que está en la calle.
Lo que testimoniamos hoy es que como Iglesia queremos ser