Para fundar una compañía de ópera lo primero que se necesita son ganas. Muchas ganas. Después, sobre esa base de entusiasmo, se va montando todo lo demás: el nombre del proyecto, la obra que se va a hacer, la puesta en escena, el cronograma de ensayos, la sala, las formas de difusión. La clave es contar con un grupo de personas apasionadas con deseo de meterse en un embrollo tan complejo como montar una ópera por cuenta propia.
El estreno de Compañía Inefable tiene mucho que ver con este asunto: Primero la música, después las palabras, la obra que eligieron para presentarse formalmente en la escena lírica porteña, tiene como protagonistas a dos personajes que decidieron dedicarse a la ópera pero que, a diferencia de este grupo de artistas jóvenes, se encuentran en las antípodas de la pasión.
“Estábamos buscando material, barajamos varias opciones y Mauricio (Meren) propuso este título”, recuerda Carolina Basaldúa, la directora escénica de la obra. “La contemporaneidad ya estaba en el material. No tardé en pensar: ‘Es esta’».