Encubrimiento en la causa La Tablada: “Por acción o por omisión el responsable máximo es el juez Larrambebere”

El juez Ramos Padilla, que actualmente ejerce como juez de cámara del Tribunal Oral Nº 29 de la Ciudad de Buenos Aires,  afirmó que fue Alberto Nisman quien se ocupó de encubrir esas desapariciones, y que la responsabilidad máxima de ese encubrimiento es de Gerardo Larrambebere.

Juan Ramos Padilla fue juez de Morón entre el 1986 y 1988. Renunció apenas meses antes de los hechos de La Tablada, enojado por las leyes de Obediencia debida y Punto Final. Lo remplazó Gerardo Larrambebere, quien quedó a cargo entonces de la investigación por las desapariciones de 4 integrantes del MTP  una vez que se habían rendido y se estaban entregando. Ramos Padilla, que actualmente ejerce como juez de cámara del Tribunal Oral Nº 29 de la Ciudad de Buenos Aires,  afirmó que fue Alberto Nisman quien se ocupó de encubrir esas desapariciones, y que la responsabilidad máxima de ese encubrimiento es de Gerardo Larrambebere. “A Nisman no se lo puede juzgar por razones obvias, pero sí a Larrambebere”. Las declaraciones de Juan Ramos Padilla se suman a los testimonios de César Ariel Quiroga y José Almada, ambos exmilitares, que denunciaron en este juicio el encubrimiento estatal en las desapariciones de La Tablada.

—El Diario del Juicio: Quisiéramos en principio poder tener una opinión suya sobre una testimonial que aparece como falsa. ¿Eso es normal en tribunales?

—Juan Ramos Padilla: Mi conocimiento es de oídas. Yo dejé de ser juez en el mes de agosto septiembre del año anterior, en el 88. Renuncié porque había salido la constitucionalidad de la ley de obediencia debida que yo el año anterior la había declarado inconstitucional y me fui porque no estaba dispuesto a ser juez en esas condiciones. Después volví a la justicia en un gobierno como el de Kirchner.
Lo que yo conozco es lo que me han contado algunos de mi equipo, ese era mi equipo hasta que  me reemplazó Larrambebere. Ahí me contaron que cuando llegaron, mi equipo, que era un muy buen equipo -casi todos, ¿no?-, encontró a los detenidos en un galpón, uno con un fusil en la cabeza y alguien que los custodiaba. Empezaron a tomar los nombres. Pidieron directivas el juez y el secretario para que se los recluya, y puso a algunos a control que no tenían que ir a cuartel, tenían que ir a una comisaría. Y cuidarlos como a todos los detenidos. Y las directivas viniveron de Nisman, que era un prosecretario, no era secretario. Cuando yo me fui se trasformó en el hombre de confianza de Larrambebere. Recuerden ustedes que después en AMIA I, Nisman era fiscal junto a (José) Barbaccia y (Eamon) Mullen y el presidente del tribunal era Larrambebere. A Nisman, Larrambebere le encarga ocuparse de esa parte de la causa, estas denuncias que había sobre desapariciones. Y ahí empieza, según me han contado involucrados de aquel entonces, mis secretarios, yo no me acuerdo bien quien después de tantos años, que efectivamente Nisman se ocupaba de encubrir. El juzgado después de que yo me fui se llenó de servicios de inteligencia, de esos pasaron muchos también a la Cámara Federal de San Martín, y el que se ocupaba de todo eso y empieza a relacionarse con los servicios de inteligencia, y que después llegó adonde llegó por eso, era precisamente Alberto Nisman.

—EDJ: Uno puede suponer desde el sentido común que esas cosas no podrían suceder sin el aval del juez.

—JRP: A mí no me habría pasado. El que tenía que decidir quién se ocupaba de cada cosa era el juez. Y el hombre de confianza de Larrambebere era Nisman. Todos mis secretarios fueron apartados y se tuvieron que ir de ese juzgado.

—EDJ: Además está lo que relato Quiroga…

—JRP: Concuerda con esto que yo vengo diciendo hace años.

—EDJ: No solo concuerda sino que es más que elocuente de la participación de todos los actores de la justicia en ese ilícito de fraguar una testimonial. Porque él dice que cuando le empiezan a leer la testimonial él dice ´eso yo no lo dije´, aparece entonces un militar, González Roberts, y lo aparta y le dice ´tiene que firmar esto por la institución´, le da dos copias y le dice lleve ese esto por si en algún momento alguien relama algo, para que sepa qué decir. Regresa ante Nisman y termina firmando esa testimonial falsa.

—JRP: Conociendo la personalidad de Nisman no me extraña para nada.

—EDJ: De Larrambere ¿qué referencia puede dar?

—JRP: Larrambebere es un producto judicial con todas las características propias del poder judicial, un hombre que como muchos jueces que va para dónde va la onda y atiende los teléfonos.

—EDJ: Desde lo jurídico, ¿qué debería implicar está declaración que escuchamos el viernes?

—JRP: No sé si Larrambabere se jubiló, le perdí la pista. Tendría que venir una investigación penal. Si hubo un encubrimiento son delitos de lesa humanidad. A Nisman no se lo puede juzgar por razones obvias, pero sí a Larrambebere.

—EDJ: ¿Ese delito cuál es?

—JRP: Sería encubrimiento, podría ser prevaricato, incumplimiento de los deberes de funcionario público. No sé cuantos han actuado ahí… podría ser ocultamiento de pruebas, falsedad ideológica de documento público. Hay varios tipos penales que podrían aplicarse.

—EDJ: Usted hablaba recién del vínculo de Nisman con los servicios de inteligencia que fueron públicos al final de su vida.

—JRP: (interrumpiendo) Comienzan ahí. Cuando yo me voy y viene Larrambebere, Nisman era un prosecretario que lo teníamos muy controlado, tenía algunas conductas raras… ahí Nisman se transforma en el número uno del juez, en el hombre de confianza. Larrambebere no podía estar ajeno, y la mayor evidencia es que le dieron esa causa. Había cuatro secretarios, algunos que eran de confianza míos, que ni bien me reemplazó Larrambebere, no sé porqué razón, inició una persecución para que se fueran todos.

—EDJ: Para usted más allá de que Nisman esté muerto el responsable en una situación así siempre es el juez.

—JRP: Por supuesto.  Por acción o por omisión. Por algo le dieron eso a Nisman.

—EDJ: Usted daba cuenta de su historia en los momentos de impunidad en las causas vinculadas al genocidio, al terrorismo de Estado en la Argentina. Le sorprende que lleguemos a una instancia donde hay dos militares que rompen el pacto de silencio… Porque salvo el caso  de Scilingo, no tenemos antecedentes de esto.

—JRP: Alguno creyó que alguna vez Febres, que luego se suicidó, estaba a punto de… y Scilingo, otros casos no conozco.  ¿Sabe cuántos jueces faltan juzgar? El juez (Wagner Gustavo) Mitchell se fue sin hacerle juicio político por sustracción de bebes, con una denuncia clarísima que le hicimos en su momento. (José) Martínez Sobrino, que también estaba involucrado en robo de bebés, intentó presidir el juicio por robo sistemático de bebés. No tenemos la mejor justicia lamentablemente.

EDJ: Y ahí tenemos el antecedente del  juicio al que sí se pudo llegar para juzgar a os jueces de la dictadura en democracia, que se dio en Mendoza.

—JRP: Después yo estuve en un juicio en Santiago del Estero y falsamente recusaron a todo el tribunal. En mi caso por haber sido miembro de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), no por relación con los imputados, sino porque durante el proceso trabajaba en la APDH. Un fallo de Gemignani y Hornos escandaloso, donde había un juez y un fiscal de la dictadura.

—EDJ: Es como si los jueces no pudieran tener pensamiento propio.

—JRP: El poder judicial tiene mucha cobardía, mucha hipocresía, son misóginos. Hay buenos jueces por supuesto, pero lamentablemente no son los más.

Por último, Almada hizo una aclaración por uno de los tantos hechos de encubrimiento de los que tiene registro: “Te quiero pedir algo. El 9 de Julio de 1989, cuando asume el presidente Menem, ese video donde me pueden ver sentado al lado del General Balza y del presidente Menem, está desaparecido. No lo puedo encontrar. Al hacer desaparecer el video, queda como que yo no le dije nada al General Balza ese día”.

 

Fuente: La Retaguardia, FM La Caterva y Agencia Paco Urondo

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