Por Ana Villarreal (*) .- Una combinación letal amenaza a la humanidad. El travestismo pragmático intelectual y político de clases dirigentes, funcionales a la avaricia destructiva del capital, junto a la indulgencia e indiferencia que ha ido ganando conciencias mayoritarias pone en riesgo, hora tras hora, hasta el aire que respiramos.
Se quema el Amazonas, cuyos árboles significan el 20 por ciento de la cantidad de oxigeno que hay en la atmósfera de la tierra. En tanto, un ex capitán del ejército de Brasil convertido en presidente por el voto mayoritario de los habitantes de ese país, “deja hacer al fuego” en la zona, en favor de proyectos agrícolas, vinculados al cultivo de soja, algodón, maiz y palma.
Basta recordar las declaraciones de campaña de Jair Bolsonaro, antes de su triunfo electoral. “Brasil -enunciaba peligrosamente- no soporta tener más del 50 por ciento del territorio demarcado como reservas indígenas, áreas de protección ambiental, con parques nacionales y todas estas reservas que obstaculizan el desarrollo”.
Una de las primeras medidas impulsadas por el gobierno de Bolsonaro fue la fusión de los ministerios de Agricultura y Medio Ambiente y la Fundación Nacional del Indio en una sola cartera. De esta manera, aseguró mayor competencia de la primera de las áreas sobre las restantes. El sector agroindustrial hoy centraliza la toma de decisiones y su control sobre el destino de parques nacionales, bosques protegidos y corredores ecológicos.
El gobierno de Bolsonaro ya ha anunciado, también, la posibilidad de construir líneas férreas y de transmisión de energía dentro de los parque naturales y de revisar los niveles de protección de la zona. Decisión que arriesga aún más la existencia de la, hasta ahora, una de las mayores reservas de agua, minerales, petróleo y madera y además, una pieza clave para morigerar los efectos del cambio climático a través de la absorción de las emisiones de óxido de carbono.
Quien en este momento esté echando mano a un paquete de papas Lays, o se esté acariciando el rostro con un producto hidratante o usando biocombustible ignora totalmente que, uno de sus componentes puede ser el aceite de palma, bautizado como el nuevo oro rojo.
En los últimos años, el aceite de palma, extraído mayormente de especies brasileñas ocupa el segundo lugar en niveles de producción, sólo superado por los derivados de la soja.
Ante el infierno declarado, el representante máximo del gobierno, en una temeraria inacción criminal para combatir el fuego, sólo responde con la acusación a organizaciones ambientalistas de provocar los incendios en respuesta al recorte presupuestario, aplicado por la administración bolsonarista. Capitalismo dixit.
(*) Periodista. Miembro de conducción de UTPBA.