La nueva serie documental de Netflix cuenta de qué manera reconocidas personalidades, entre otros Adolf Hitler, Kim Jong Il o Muammar Gadafi, ascendieron al poder y llegaron a convertirse en tiranos. El repaso de tácticas y la perspectiva estadounidense en la narración. La autora plantea una relación con algunos aspectos de la última dictadura cívico militar Argentina.
Por Agostina Gieco
¿Qué dirían si hubiese un manual que contiene capítulos con tácticas para poder convertirse en auténticos y exitosos tiranos? Cómo se convirtieron en tiranos, la nueva producción de Netflix, se encarga de eso. A lo largo de esta serie documental, de seis episodios, Peter Dinklage, conocido por su papel de Tyrion Lannister en Juego de Tronos, narra la manera en que algunos de los tiranos más famosos del último siglo alcanzaron el puesto de máxima autoridad en sus respectivos países.
Seis capítulos, seis hombres, seis objetivos: Adolf Hitler representa la llegada al poder; Saddam Hussein cómo encargarse de sus rivales; Idi Amin el manejo de las masas; Iósif Stalin el control de la verdad; Muammar Gaddafi la creación de una nueva sociedad; y Kim Jong Il cómo gobernar eternamente.
Sociedades con idiomas, costumbres, creencias y orientaciones políticas distintas se caracterizaron por compartir algo en común: gobiernos dirigidos por tiranos. Algunos tomaron el poder violentamente gracias a golpes de estado y otros asumieron de manera democrática. Si bien la serie documental no hace mención de personalidades argentinas, siempre es pertinente recordar nuestra historia. Recordar para no repetir.
La dictadura cívico militar más atroz que vivió nuestro país, entre 1976 y 1983, dejó a Argentina a cargo de tiranos con nombre y apellido. Jorge Videla, Roberto Viola, Leopoldo Galtieri y Reynaldo Bignone son las figuras más representativas del período. Su régimen comparte muchas similitudes con los autoritarismos que instauraron quienes mencionamos al inicio, y tenemos varios ejemplos para ilustrarlo.
En 1929, la caída de la bolsa de Wall Street había generado un gran impacto socioeconómico no sólo en Estados Unidos sino también en el resto del mundo. Alemania no quedó exenta y Hitler aprovechó la situación de vulnerabilidad de la población, que ya venía golpeada por la derrota en la primera Guerra Mundial, para ir ganando una posición política preponderante. En Argentina, cuando comenzó el autodenominado “Proceso de Reorganización Nacional”, el clima social, económico y político de nuestro país que se vivía era de descontento. Tal como plantea el narrador de la producción, no se debe atacar cuando la población está feliz, sino esperar a los malos momentos.
Si nos trasladamos a Uganda, durante los ocho años que Idi Amin ocupó el poder, desde 1971 hasta 1979, a partir del golpe de estado que ejecutó al entonces presidente Milton Obote, se estima que más de 300.000 personas terminaron desaparecidas o asesinadas, y muchas de ellas habiendo pasado por centros clandestinos de tortura. Una particularidad de este hecho fue que grandes cantidades de cadáveres acabaron en el Río Nilo. ¿Suena conocido? En Argentina, los llamados vuelos de la muerte fueron una de las estrategias que se utilizaron para hacer desaparecer cuerpos. Por la noche, aviones sobrevolaban el Río de la Plata, entre otros, y arrojaban personas que habían sido secuestradas para no dejar rastros y ocultar lo que luego las investigaciones iban a demostrar.
El otro punto que marca Cómo se convirtieron en tiranos es la intervención de los medios de comunicación durante la estadía de Stalin al frente de la Unión Soviética, prohibiendo informar cuestiones relacionadas a la escasez, hambruna, desempleo, entre otros temas. Allí la táctica presentada es que no se conozca lo que pudiese perjudicar la imagen del régimen que el líder tanto se había esforzado por generar. El paralelo con nuestro país es evidente, con la censura de prensa como característica y la represión de la difusión de noticias que desprestigiaran a los golpistas. El caso más notorio es la hipócrita mentira del “Estamos ganando” en la portada de la revista Gente, aquel mayo de 1982, para hacer creer que recuperaríamos las Malvinas mientras los jóvenes en batalla habían sido deliberadamente enviados a los lobos.
Apenas una pequeña parte de un plan sistemático elaborado como mecanismo de control y encubrimiento de las atrocidades que el gobierno militar cometía. Una distracción que necesitaban para calmar las aguas, al igual que con el mundial del ´78. Al mismo tiempo que se festejaban los goles que condujeron a la victoria, a tan sólo setecientos metros del Estadio Monumental de River Plate habían gritos ahogados de voces torturadas.
Muchos son los aspectos que se podrían traer a colación para comparar entre unos tiranos y otros, respecto a sus formas de gobernar, de dirigirse al pueblo, de cometer delitos de lesa humanidad, y hasta de sus propias personalidades. Cómo se convirtieron en tiranos es un buen punto de partida para pensar esa oportunidad.
De todas maneras, no debemos dejar de tener en cuenta que es una producción estadounidense, que se implica en su visión de los hechos. No menciona, por ejemplo, que, según documentos revelados de la CIA y del Servicio Secreto del Reino Unido, el país del norte estuvo involucrado en ataques y torturas por parte de algunos de los regímenes tiranos mencionados, como el de Gaddafi. Sin entrar en mayores detalles en relación a otros casos que se mencionan, la participación de Estados Unidos a través de la provisión de armamento, soldados o financiación es uno de sus rasgos conocidos públicamente ante cualquier conflicto bélico o civil en distintas regiones alrededor del globo.
Más allá de esa última consideración, y retomando una de las cuestiones que se plantearon con anterioridad, Cómo se convirtieron en tiranos es una propuesta interesante si se quiere hacer un paralelismo entre gobiernos tan distintos y similares a la vez.