Crónica del juicio por los desaparecidos en La Tablada, día 4: “Si nos sacan de acá nos matan a todos”

La declaración testimonial de Carlos Alberto Naselli, militar retirado, complicó la versión oficial de la fuga de Díaz e Iván Ruiz, dos de los desaparecidos.

Texto: Diario del Juicio por los Desaparecidos de La Tablada

“Después me dí cuenta de que tenía razón”, dijo Carlos Alberto Naselli, uno de los militares que declaró  en la cuarta jornada, acerca de la frase del título, que le pronunció uno de los desaparecidos, Iván Ruiz. No era esperable que se repitiera la escena de la tercera audiencia, diez días atrás, cuando dos exmilitares rompieron el pacto de silencio y resquebrajaron para siempre la ya desde el comienzo poco sólida versión oficial de Ruiz y Díaz en fuga. Sin embargo, hubo lugar para más sorpresas.

Naselli reconstruyó el diálogo con Ruiz, que acababa de escapar de la guardia incendiada por una ventana, junto a José Díaz -el único caso de este juicio- y varios colimbas. El militar ya se había acercado al lugar porque otro de los testigos de hoy, Hugo Daniel Stegman, le indicó que alguien agitaba un trapo blanco. Después de la separación entre colimbas y “subversivos” que realizó gracias al señalamiento de uno de los conscriptos, Naselli le ordenó a Stegman que los llevara hasta el puesto de mando, donde los esperaba el Mayor Jorge Varando, que si estuviera vivo acompañaría a Alfredo Arrillaga como imputado.

—Si nos sacan de acá nos matan a todos —aseguró Naselli que le dijo Ivan Ruiz.
“Me llamó mucho la atención. Tenía los ojos celestes y era rubio. Tenía una seguridad grande hasta en el tono de su voz. Después, con el tiempo, sabiendo que esta gente había tenido entrenamiento en Nicaragua, me di cuenta de que tuvo una lectura de la situación mucho más clara que yo, que era mi bautismo de fuego”, sostuvo Naselli. Parecía tranquilo, pero estaba por entrar en un par de contradicciones importantes con el relato oficial.

—¿Se interiorizó sobre lo que pasó con ellos?  -le consultó Ernesto Lombardi, uno de los abogados de la querella.
-No hizo falta. porque al poco tiempo yo vuelvo a mi localidad en la Provincia de Santa Fé y a los 3 o 4 dias me mandan a llamar para que me presente porque tenia que declarar, porque rápidamente me imagino un pedido de informacion de cuales habían sido los hechos, cuales de estas personas estaban fallecidas. Tuve que volver, me fui a mi domicilio y a los 3 o 4 dias tuve que presentarme de nuevo en la escuela de caballeria porque requerian tomarme declaracion.

-¿A usted le dijeron que estas personas…?
-Yo no recuerdo si a esas personas me las mencionaron como desaparecidos o muertos, no me acuerdo, sinceramente. No recuerdo si fue por la muerte o desaparicion de estas personas.

Este juicio no cesa de aportar sorpresas. En esta jornada fue con otro militar, que si bien no se desdijo, aportó elementos que no relató en la instrucción inicial realizada en el juzgado del cuestionado juez de Morón Gerardo Larrambebere.  Sobre todo sorprendió que hablara de muertes o desapariciones, cuando sus superiores nunca se movieron de la teoría de la fuga.
“Uno estaba con una herida muy grande en la cabeza. Estaba en estado casi terminal”, dijo sobre José Díaz, a quien ningún testigo ha dejado de recordar con una remera blanca cubriendo su cabeza a modo de vendaje precario.
—Usted habló con Varando? —consultó el abogado de la querella.
—No. Stegman se lo entrega a Varando.
—Después de todo esto, ¿habló con Varando? Con respecto a estas dos personas, qué había pasado —insistió.
—Sí
—¿Adónde las llevó?
—Me dice que las sometió a interrogatorio. Yo he hablado con él y estas personas habían sido interrogadas, pero que después él dejó de tomar contacto con estas personas. Pero yo hablé con él posteriormente al combate.
—¿Le dijo si lo interrogó él mismo?
—Sé que él había participado del interrogatorio, me lo dijo -aportó Naselli, sin poder distinguir, extrañamente, si Varando era un oficial de inteligencia o de alguna otra repartición.

Antes había complicado la situación del Coronel Jorge Halperín, que está cada vez más cerca de la imputación en lo que serían nuevos tramos de este juicio. Halperín ya declaró como testigo, pero tan al borde que lo hizo con su abogado al lado a pedido del presidente del tribunal, Matías Mancini. Naselli lo situó dentro del operativo y como segundo de Arrillaga en la línea de mando.
El momento de su contradicción más evidente ocurrió mientras se reconocía en los videos y fotos. Lombardi llevó a Naselli nuevamente a la gravedad del estado de José Díaz. Le preguntó cómo creía que podrían haber escapado con Díaz moribundo:
—Yo no dije moribundo —corrigió el testigo.
—Ah, pensé que había dicho que estaba en estado terminal -recordó Lombardi.
—No, yo no dije terminal.
Faltó alguien que, como Darín a Serrano en Nueve Reinas, le dijera “sí, pelotudo, dijiste cheque”,

Además de Naselli, declararon el colimba Daniel Humberto Valenti, el exmilitar Hugo Daniel Stegman y el sobreviviente Carlos Ernesto Motto.
Stegman recordó que cuando Naselli le entregó a Ruiz y Díaz rendidos, quedó con Díaz de rodillas diciéndole: “Por favor, no me mate”, y aseguró haberles respetado sus derechos “porque la Convención de Ginebra así lo dice”, como si el sentido común pudiera admitir que se fusile a una persona que se ha entregado y está desarmada. Stegman intentó mostrar cierta independencia en su testimonio: “Hace 28 años que dejé la fuerza”. Sin embargo, al terminar, se acercó hasta el lugar desde donde Arrillaga sigue el debate con total atención y estrechó su mano:
—Un placer —le dijo casi con reverencias.
—Que tenga un buen año -respondió el genocida, condenado por delitos de lesa humanidad ocurridos en Mar del Plata.
El cierre de la extensa audiencia fue para Carlos Ernesto Motto, militante del MTP que sobrevivió al combate y a la represión posterior. Motto reconoció a Arrillaga en varios momentos, sobre todo cuando su grupo se rindió: “No había otra persona que sobresaliera como él entre los militares”. Al igual que Roberto Felicetti en la primera jornada, fue testigo de cómo Francisco Provenzano y Carlos Samojedny fueron separados de su grupo y nunca más vistos. “Eso no fue una recuperación del cuartel, fue la destrucción del cuartel”, dijo para dimensionar el poder de fuego represivo. También recalcó que fueron torturados y que se ensañaron especialmente con las mujeres.
Este viernes, desde las 9, será el turno de la quinta jornada. A esta altura, quién puede asegurar que no haya sorpresas.

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