En el Día Mundial sin Alcohol, que se celebra el 15 de noviembre de cada año, Salud alertó sobre el crecimiento del consumo nocivo y presentó un documento de análisis sobre la normativa nacional en la materia y recomendaciones internacionales para fortalecer políticas.
En el marco del Día Mundial sin Alcohol, que es hoy, la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades No Transmisibles convocó a un evento para presentar los principales resultados relativos al consumo de alcohol en la población adolescente y adulta del país y para presentar un documento que, elaborado en colaboración con el Consejo Asesor del Programa Nacional Prevención y Lucha contra el Consumo Excesivo de Alcohol, analiza el estado de situación actual y propone recomendaciones para fortalecer las políticas en la temática.
De acuerdo a la 4° Encuesta Nacional de Factores de Riesgo de 2018, el indicador de consumo de alcohol episódico excesivo (CEEA) en población de 18 años y más, que se define como el consumo de 5 tragos o más en una misma oportunidad en los últimos 30 días, aumentó significativamente respecto de la edición anterior de la encuesta, al pasar del 10,4% en 2013 al 13,3% en 2018, lo que representa un aumento relativo del 28%.
Asimismo resulta alarmante que este indicador fue 3,2 veces mayor entre varones respecto de mujeres, y 5 veces mayor en jóvenes respecto de los adultos mayores, alcanzando un porcentaje del 20,7% en los jóvenes de 18 a 24. Los resultados de esta encuesta visibilizaron también un aumento alarmante del consumo de alcohol al conducir auto, moto o bicicleta en los últimos 30 días, pasando del 12,1% en el 2013 a 15,2% en 2018.
Además, según los datos de la Tercera Edición Argentina de la Encuesta Mundial de Salud Escolar 2018, realizada a estudiantes de 13 a 17 años de escuelas públicas y privadas de todo el país, el 54,1% de los adolescentes de 13 a 17 bebió alcohol en los últimos 30 días, resultando el indicador mayor entre mujeres respecto de varones, 55,7% versus 52,3%, inversamente a lo observado en adultos. Además, 7 de cada 10 adolescentes de esa franja etaria compraron bebidas alcohólicas en los últimos 30 días, pese a la prohibición de venta a menores que establece la legislación vigente. En cuanto al consumo episódico excesivo de alcohol, resulta altamente preocupante que el 67,3% de los jóvenes de 13 a 17 años tomó 2 o más tragos cada vez que tomó en el último mes.
El documento presentado resume la evidencia del daño a la salud que genera el consumo nocivo de alcohol, describe la epidemiología del consumo en Argentina y analiza la normativa vigente en el país a la luz de la evidencia científica internacional, para concluir con un conjunto de recomendaciones para poner en marcha políticas efectivas en la materia.
El informe destaca que Uruguay y Argentina encabezan el ranking de los países con mayor consumo de alcohol en la región, según datos de la Organización Mundial de la Salud. Mientras el promedio de consumo de alcohol puro per cápita es 8 litros en América Latina y el Caribe, en Argentina se consumen 9,8 litros de alcohol puro per cápita y con proyecciones que indican un aumento para el año 2025.
En este sentido, la coordinadora del Programa Nacional Prevención y Lucha contra el consumo excesivo de alcohol, Débora Duffy, afirmó que “resulta preocupante que a diferencia de lo que se observa en adultos, el consumo de alcohol es mayor en las chicas jóvenes respecto de los varones, lo cual obedece en parte a las estrategias de marketing de estos productos dirigidas a capturar el mercado femenino”.
La elaboración del documento estuvo a cargo del Programa Nacional de Lucha contra el consumo nocivo de alcohol coordinado por la Dirección Nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas No Transmisibles. El documento, que relevó una amplia evidencia científica, fue elaborado y discutido en el marco del Consejo Asesor del Programa Nacional, integrado por la Dirección Nacional de Salud Mental y Adicciones, la Dirección Nacional de Maternidad, Infancia y Adolescencia, el Programa Nacional de Salud Integral del Adolescente, el Programa Nacional de Ciudades, Municipios y Comunidades Saludables de la cartera sanitaria, la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas (SEDRONAR), la Agencia Nacional de Seguridad Vial, el Observatorio de Seguridad Vial, el Ministerio de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y numerosas organizaciones sociales, científicas y académicas: la Fundación Interamericana del Corazón Argentina (FIC Argentina), el Instituto de Efectividad Clínica y Sanitaria (IECS), el Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES), la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), la Asociación Argentina de Oncología Clínica (AAOC), la Asociación Toxicológica Argentina (ATA), la Sociedad Argentina de Medicina (SAM), la Organización Intercambios, el Equipo de Promoción para la Prevención Intersectorial del Consumo de Alcohol (EPPICA) y las cátedras de salud de la Universidad Nacional de Córdoba, la Universidad Nacional de Mar del Plata y la Universidad de Buenos Aires.
Por su parte, la directora nacional de Promoción de la Salud y Control de Enfermedades Crónicas No Transmisibles, Verónica Schoj, sostuvo que “el consumo nocivo de alcohol es uno de los cuatro factores de riesgo de las enfermedades crónicas no transmisibles y el abordaje recomendado es similar al aplicado a los productos de tabaco, con políticas de aumento de impuestos, restricciones integrales del marketing y del acceso del alcohol a los menores, que hoy no se adecuan a los estándares científicos para proteger el derecho a la salud, en especial de niñas, niñoss y adolescentes”.
El documento desarrolla un conjunto de recomendaciones para la puesta en marcha de políticas efectivas para reducir el uso nocivo de alcohol que están en línea con el paquete SAFER que la Organización Mundial de Salud publicó recientemente y que incluye prohibiciones integrales de la publicidad, promoción y patrocinio de los productos con alcohol, medidas fiscales para incrementar los precios y desincentivar el consumo, y restricción del acceso a menores que sean efectivas, entre otras.