El mes de mayo tiene dos fechas ineludibles cuando uno piensa en Haroldo Conti. Nació el 25 de mayo de 1925 en la ciudad de Chacabuco, en el interior rural de la provincia de Buenos Aires. El 5 de mayo de 1976, apenas un mes y medio del golpe cívico-militar, fue secuestrado y desaparecido en su domicilio del barrio porteño de Chacarita.
Multifacético, Haroldo fue, además de un notable escritor, maestro rural, actor, director teatral aficionado, seminarista, transportista, piloto civil, profesor de filosofía y guionista. También fue un ser humano digno y coherente.
A finales de 1971, a Haroldo le fue ofrecida una beca Guggenheim (subsidio otorgado por la John Simon Guggenheim Memorial Foundation a profesionales avanzados en todos los campos del saber). La fundación fue instituida por el empresario minero, senador republicano por Colorado y filántropo estadounidense Simon Guggenheim. La beca fue rechazada por Conti a través de una carta memorable, que aún hoy sigue siendo ejemplo de coherencia ideológica y humana. A continuación la carta completa de Haroldo Conti.
Buenos Aires, 28 de febrero de 1972
Señor Stephen L. Schlesinger
John Simon Guggenheim Memorial Foundation
Estimado Señor:
Lamento responder con tanto atraso a su atenta carta del 2/12/71. Esto se debe a que yo estuve ausente de Buenos Aires la mayor parte de ese tiempo y a que ustedes enviaron la carta a mi domicilio anterior. Por la misma, esa Fundación me comunica que se le ha sugerido mi nombre como posible interesado en una beca Guggenheim. Agradezco la intención del amigo que hizo la sugerencia y la gentileza de ustedes al enviarme los formularios correspondientes. Ahora bien, y con el respeto que ustedes merecen por el sólo hecho de haber obrado con lo que se supone es un gesto de buena voluntad, deseo dejar en claro que mis convicciones ideológicas me impiden postularme para un beneficio que, con o sin intención expresa, resulta cuanto más no sea por fatalidad del sistema, una de las formas más sutiles de penetración cultural del imperialismo norteamericano en América Latina. No es sólo ni principalmente la cuestión de la beca Guggenheim en sí misma, sino de la política de colonización cultural de la que forma parte, en la que el imperialismo norteamericano no escatima en esfuerzos de organizaciones estatales, paraestatales y privadas.
Los antagonismos entre ese imperialismo y nuestros pueblos son profundos y violentos en todos los frentes, incluido por supuesto el de la lucha cultural, y en este momento han llegado a una etapa de grandes definiciones en toda la extensa nación latinoamericana. Esto impone la claridad y la coherencia como deberes ineludibles del intelectual latinoamericano, cuya condición de ninguna manera entraña un privilegio sino una entera y exigente militancia.
No soy un hombre de fortuna, como tampoco lo son la mayoría de mis compañeros, porque en Latinoamérica ser escritor es casi sinónimo de ser pobre, pero me parece inaceptable postularme para un beneficio que proviene del sistema al que critico y combato y que, por otra parte, y eso es lo más grave, de alguna manera me complica con él. No niego que, en el orden personal, habría significado una gran oportunidad para mí, ni critico, por otra parte, a quienes careciendo inclusive de las oportunidades que yo tuve aceptaron esta beca. Yo entiendo que no puedo hacerlo y que mi gran oportunidad en este momento es América, su pueblo, su lucha, la enseñanza y el camino que nos señalara el comandante Ernesto Guevara. Por lo demás yo he sido Jurado de la Casa de las Américas en 1971, el mismo año en que usted me escribe, y considero que esa distinción que he recibido del pueblo cubano es absolutamente incompatible con una beca ofrecida por una Fundación creada por un senador de los Estados Unidos, o sea, no un hombre del pueblo norteamericano, sino del sistema que la oprime y nos oprime.
Atentamente, Haroldo Conti.