La escasez de seguridad y salud en el ámbito laboral a la que se exponen los jóvenes y el trabajo infantil son problemáticas distintas, aunque conjuntamente afectan la vida y el desarrollo de millones de personas en el mundo, quienes por hacer lo que no deberían tener que hacer, o por ejercer una labor en condiciones precarias se someten a situaciones que, en algunos casos, ponen en riesgo su propia vida.
Quinientos cuarenta y un millones de jóvenes de entre quince y veinticuatro años representan el quince por ciento de la fuerza de trabajo mundial, y la tasa de lesiones profesionales a la que se exponen es un cuarenta por ciento más elevada que la de los adultos.
Al mismo tiempo, se estima que ciento cincuenta y dos millones de niños, de entre cinco y diecisiete años, son víctimas del trabajo infantil, y setenta y tres millones de ellos “realizan trabajos que, por su naturaleza o por las condiciones en que se lleva a cabo, son considerados peligrosos”, informa la Organización Internacional del Trabajo (OIT), en el informe Generación segura y saludable.
En tal sentido, el organismo lanzó una campaña que en este 2018 propone “adoptar medidas inmediatas y eficaces para… asegurar la prohibición y eliminación de las peores formas de trabajo infantil y, de aquí a 2025, poner fin al trabajo infantil en todas sus formas”.
Algunas de las acciones a las que insta la iniciativa son: promover estrategias integradas a todos los niveles para acabar con el trabajo infantil peligroso, y abordar los riesgos específicos para la seguridad y la salud a que se enfrentan los trabajadores jóvenes; asegurar una educación de calidad para todos los niños, e integrar la seguridad y salud en el trabajo en los planes de estudio de la educación general y la formación profesional.
También, la OIT exhorta a fortalecer la base empírica para la formulación de políticas y acciones más eficaces dirigidas a eliminar el trabajo infantil peligroso, y mejorar la seguridad y la salud de los trabajadores jóvenes; asegurar que los trabajadores jóvenes tengan acceso a los sindicatos y puedan sindicarse para ejercer su derecho a la libertad sindical, la negociación colectiva y la seguridad y salud en el trabajo, entre otras.
Cabe aclarar que los jóvenes y los niños son “especialmente vulnerables a los peligros en el lugar de trabajo”, y, según indica la OIT en su publicación, “son mucho menos capaces que los adultos de evaluar los riesgos y, como aún están creciendo, son más vulnerables a los peligros”.