LA GUERRA CONTRA LA DELINCUENCIA CADA VEZ SE PONE MAS “HEAVY”

Especial por Ernesto Cirillo

En el conurbano bonaerense vivir es cada día mas difícil, no solo por la economía y la falta de trabajo sino también por lidiar con ladrones, asesinos y narcos.

El caso del chofer Leandro Alcaraz potenció un reclamo que la sociedad pide a gritos: que la dirigencia política se haga cargo. La delincuencia juvenil  en todos sus matices tienen de rehén a los miles de habitantes que todos los días son victimas de atracos y violencia generalizada.

Amigos, compañeros y vecinos despidieron ayer a Leandro Alcaráz, el colectivero que fue asesinado el domingo por la tarde mientras hacia su recorrido.

La poca eficacia de las autoridades politicas y policiales le dan impunidad a estos seres despreciables que con su corta edad ya el prontuario se les hace cada ves mas pesado  y  que en muchos casos ese prontuario son estrellas ganadas en el campo de batalla.

El que recorre en colectivo el conurbano sabe que es ir a la aventura mas terrorifica que uno puede conocer ya que en ese espacio cerrado convive por algunos minutos con estos seres que les importa un bledo la vida del otro. Porreados y borachos tanto hombres y mujeres hacen de ese viaje un mal trago, que desencadeno en el asesinato de un chofer de colectivo.

Por qué la autoridad policial no detiene a personas fumándose un porrito cuando en la Argentina está prohibido, o cuando dos personas en yunta recorren algún lugar determinado no son parados e identificados con el pedido de documento.

Muchos de estos seres, despreciables e irrecuperables, para insertarse en la sociedad están “calzados”, es decir armados como si fuera el lejano oeste; y con el paco como almuerzo o cena preferida salen de casería sin importarle las consecuencias.

Seguramente tomar medidas urgentes para combatir este flagelo es necesario, lo pide a gritos la sociedad que no delinque, la sociedad que espera que la Gobernadora Vidal tome “el toro por las astas”  no solo para bajar el indice de violencia, sino que las personas que transitamos diariamente el conurbano lo hagamos en paz y tranquilidad y no con una partida de defunción en la mano sabiendo de ante mano que la muerte nos espera a cada momento.

ERNESTO CIRILLO
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