Entrevista a Juan Carlos Diez, autor de Martropía, conversaciones con Spinetta, libro al que el autor le dedicó años de trabajo y con el que logró forjar una amistad con el músico argentino.
Por Jorge Hardmeier
(…) sueña y sigue
y viaja que la luz no lleva miedo
(“Viaje y epílogo”; LAS, del disco “Bajo Belgrano”)
Existe una amplia bibliografía sobre el rock argentino y especialmente sobre la figura y la obra de Luis Alberto Spinetta. En dicha producción existen tres hitos: Spinetta. Crónicas e iluminaciones (1988, Editora/12) del periodista y escritor Eduardo Berti, el reciente Luisito. 30 entrevistas al universo spinetteano (2019, Vademecum) de Jorge Kasparian y el imperdible Martropía. Conversaciones con Spinetta (Aguilar, 2006) de Juan Carlos Diez, periodista, escritor y hombre también dedicado a la música: Mi formación musical no es académica. Simplemente me apasiona la música desde que tengo uso de razón, soy muy curioso y la música, además de conmoverme, me ayuda a pensar. Estoy muy atento a la construcción de una canción, a sus arreglos, a la forma de unir las palabras a las melodías. Y muy abierto a escuchar distintas músicas. Siempre fue así. Escucho músicas de África, étnicas, rock, jazz, folklóricas. No importa de donde vengan, si me llegan. Tengo mucha ansiedad y curiosidad. Además, leo mucho sobre música para aprender y expandirme. Y, mucho antes de ser periodista, trabajé doce años como vendedor de discos y accedí a discos importados fabulosos. Escuchaba ocho, diez horas de música diarias. Una vez la entrevista ha sido realizada Juan Carlos escribe y me indica con su gran amabilidad: Agregame el blues. Escuché toda mi vida y lo sigo haciendo. Eléctrico y rural. Martropía – el estado de ensueño producido por la visión súbita de puentes amarillos – fue el resultado de cinco años de conversaciones, mates, reflexiones, ensayos, cenas, horas de desgrabación y el forjamiento de una amistad entre Luis Alberto Spinetta y Juan Carlos Diez.
Entonces es como dar amor
Mi primera pregunta es por el acercamiento de él, Diez, a Spinetta, un interrogante sobre el abordaje y contacto personal con el músico y si ya tenía la idea del libro. Y Juan Carlos marca la cancha y responde desde su dios de adolescencia: El primer acercamiento fue cuando iba a la escuela – Juan Carlos es clase 55 – y me fui a una disquería y escuché el primer simple de Almendra. Me voló la cabeza, de ahí en adelante. Nos conocimos por un íntimo amigo en común, Rodolfo García. Para la época en que terminó “Pelusón of Milk” (1991. EMI) iba mucho al estudio Cintacalma y grabé horas de entrevistas para un proyecto que lo incluía a él y finalmente no se concretó. Me quedaba horas. De esas horas usé un par de anécdotas para “Martropía”, nada más. Unos diez años después fui directamente a proponerle hacer un libro. Estaba terminando de mezclar “Silver Sorgo” (2001. Universal). ¿Cómo fue el método de trabajo de Juan Carlos Diez para lograr construir ese libro, “Martropía” que trasluce tanta calma e intimidad? Desde ya, preguntas y temáticas muy pensadas y elaboradas, dentro de mis posibilidades. También en una conversación, especialmente con gente tan profunda como lo era Luis, surgen nuevas preguntas. Y en la desgrabación, repreguntas. Hay que estar atento. Si, teníamos una forma de trabajar que con los años se fue aceitando cada vez más. Yo quería llegar al fondo, agotar los temas, eso implica mucho trabajo. Juan Carlos, tal vez como nadie, logra cierta intimidad con Spinetta. En Martropía hay textos inéditos, escritos, confesiones que surgen por vez primera en este libro: Esa intimidad se fue ahondando con el tiempo. Justamente asistir a los ensayos, verlo grabar, trabajar en el estudio, compartir música, libros, charlas. Estar muchas horas juntos. A mí me fascinaba ir a los ensayos y Luis lo sabía, así que siempre me invitaba. Eran fabuloso porque el nivel de los músicos era de excelencia, entonces era mucha creatividad junta y capacidad. Luis sabía perfectamente lo que quería obtener. También era divino verlos zapar, inolvidable. Disfrutar de eso, ser cada vez más amigos, tener más confianza y conocernos. Y, a la vez, ser muy rigurosos a la hora de trabajar en las conversaciones. Todo esto ayudó a llegar a esa intimidad. Mi desafío o uno de ellos fue volcar en palabras ese clima, esa intimidad. Poder compartirla con el lector. Algo muy particular del libro es que no hay narración de experiencias de la intimidad del entrevistado, un logro y una tentación eludida por Juan Carlos Diez: Dejar de lado lo anecdótico y centrarme en lo artístico fue el eje fundamental que yo quería darle al libro. Y Luis me apoyó absolutamente en eso.
Que ves el cielo
Existen tópicos no muy estudiados en la música y la lírica de Luis Alberto Spinetta, además de su rica experiencia de vida: el humor, su relación y visión de la Naturaleza, sus amistades, su destreza para la cocina. Humor: El Flaco tenía mucho humor, y, además, igual que me pasa con Rodolfo (García, baterista de Almendra, amigo personal de Luis, e integrante de Los amigo, disco póstumo de Luis Alberto publicado en 2015 y que cuenta, asimismo, con la participación en bajo de Daniel Ferrón), me conocía mucho y sabía qué cuerdas tocar para hacerme doblar de risa. En sus canciones hay muchos ejemplos de una forma de humor muy sutil, a veces sarcástica, que es la ironía. “Cacho está muerto…muerto de risa” (Resumen porteño, Bajo Belgrano, 1983). “Sepan, yo no puedo dar sombra, paredes enteras esperan lo mío” (Yo no puedo dar sombra, “Fuego gris”. 1993). Y claro, lo gastronómico en Spinetta: su amor por la cocina japonesa, las cenas de amigos de los miércoles, sus famosas pizzas: Podría haberse ganado la vida en un restorán de lujo porque era excelente. Si lo tengo que relacionar con sus canciones, te diría que sabía perfectamente cuándo un tema estaba a punto caramelo o le faltaba un golpe de horno. En la lírica spinetteana hay mucha naturaleza, metáforas vegetales, árboles, animales generalmente víctimas del hombre, toda una cosmogonía zoológica y botánica: Resumir esa cosmogonía me resulta muy difícil, ya que su diversidad es mucha. Los animales aparecen bastante en sus canciones. De eso hablamos mucho en el primer capítulo de “Martropía”. Son un elemento poético y hasta filosófico que Luis abordaba. Es muy interesante su reflexión sobre el tema “Los elefantes” o lo que ocurre en el tema “Jaguar herido”, muy distinto de lo que ocurre en “Dos murciélagos”. Quisiera detenerme en un tema del que le pregunté mucho y me parece extraordinario por su originalidad, profundidad, su desarrollo melódico y su letra que es “Abrázame inocentemente” (del lemur a la boa)”. Allí hay toda una manera filosófica de ver a los animales y a los hombres. No hay culpa en los animales; hay inocencia. Al revés de lo que nos pasa a nosotros. Lo relaciono con el pensamiento del escritor Elías Canetti que dice que el hombre es el único ser viviente que recuerda lo que asesina. Los animales se devoran los unos a los otros por instinto de supervivencia, simplemente. Otro tema muy original y poético es “La pelicana y el androide”, la unión de dos mundos imposibles, distantes; un concepto muy surrealista, por otra parte. Con la naturaleza pasa lo mismo, es un elemento poético utilizado desde hace mucho por muchos. Su mirada es muy abarcativa, porque comprende al universo todo y, a la vez, humilde. “Mira el cielo que hace bien”, cantaba, ¿no?
Por
Martropia ya cuenta con tres ediciones y varias reimpresiones, y un elemento que hace del libro algo muy particular, además de las conversaciones con Luis Alberto Spinetta, son los textos introductorios de Diez a cada uno de los capítulos, una mixtura de registros de la realidad que rodea al músico, su cotidianeidad y cierto tinte poético que Juan Carlos imprime a esos escritos breves: Los textos introductorios están escritos en prosa poética. Pero, en su mayoría, basados en datos reales que iban surgiendo. Es decir; me planteé utilizar recursos periodísticos y literarios y unirlos. Un desafío que me propuse. Y que, en principio, fue otra de las batallas. Porque pretendían algo más convencional. No cambié nada. Creo que esas introducciones contribuyen al clima, a la atmósfera que quería lograr.
Y que siga la melodía…