Sobre la serie “El Reino” y el mundo evangélico

El pastor de la iglesia evangélica metodista Leonardo Felix reflexiona sobre la serie argentina El Reino que se emite en Netflix. 

Por Leonardo D. Felix*

En verdad el famoso dicho que sobre gustos no hay nada escrito es un paradigma complejo de resolver teniendo en cuenta que, sobre cada gusto personal, apetencia grupal o modos ideológicos y políticos de ver nuestras propias vidas existen tantos textos, contextos y subtextos como podamos imaginarnos.

Un claro ejemplo de esto es la atención que suscita una breve serie de ágil contenido policial con tonos dramáticos bien logrados donde el hilo conductor de la historia, podría haber sido cualquier tema al azar pero, el hecho de que sucede desde el quehacer y los modos de la fe cristiana hace que para América Latina y Caribe esto tenga una tonalidad que trasunta entre los tonos férreos del verde reclamador al claro y prístino celeste del confort. En medio de ambos tonos por supuesto, hay muchos tonos posibles que se presumen en la obra.

Hay algunos de esos tonos que son elecciones inevitables que ayudan en este ejercicio:

– Por ejemplo no perder la vista que toda ficción propone con lo que dice y con aquello que no dice – el lenguaje siempre es polisémico – al decir de un contemporáneo, es decir, nos invita a más de una lectura posible.

– En la mirada también está el hecho de que el cine y sus derivados (series de TV, documentales, y series y películas de otros formatos – para tablets, telefonía móvil, etc) siempre es un arte. Discutible, agradable o simplemente detestable o insuficiente. El error en esta mirada es suponer que el arte no “nos provoca nada en absoluto”. Esta serie del “Reino” es un claro ejemplo de lo que se puede provocar, insinuar y decir explícitamente a sus audiencias.

Ustedes seguramente se preguntarán cómo yo me lo he preguntado y me sigo preguntando, ¿de qué depende esa provocación? ¿De qué depende esa reacción que nos arremete el arte? Lógicamente uno de los factores más fuertes es cuánto compromiso asumimos con lo que se dice y expresa en ese arte configurado como miniserie de plataforma digital. El arte sirve entre otras cosas para develar intencionalidades de todo tipo sin la necesidad de decirlas puntual y específicamente; como por ejemplo en la famosa obra de Guernica de P. Picaso, pintada a mediados de 1937 para denunciar el bombardeo a Guernica (España), en abril de ese año como consecuencia de la Guerra Civil Española. Interpelado el gobierno de Franco por la obra, fueron en busca de su autor a preguntarle si él había hecho eso tan terrible, a lo cual Picaso contestó que eso que retrata el cuadro “lo han hecho ustedes hace unas semanas atrás”.

Entonces la pregunta evidente es ¿A quién(es) interpela la obra de El reino? ¿Quién o quiénes se sienten en alusión directa frente a un pastor X que lucha en su espiritualidad interior si entregarse a los poderes de este mundo – representados por la política – o a los poderes celestiales – representados por la Iglesia de Cristo – sin poner en peligro su propia integridad física?

La percepción que habitualmente flota en el ambiente y la historia confirma rotundamente es que, la iglesia cristiana en el mundo (en cualquiera de sus expresiones denominacionales) no siempre ha sabido resolver con claridad sus coqueteos con los poderes de turno que el mundo le fue proponiendo aún a costa, de sacrificar a sus propias filas en el camino.

La obra “El reino”no deja de ser una interesante propuesta de relato policial con todos sus condimentos (comenzando por un asesinato en forma directa), donde la novedad está puesta en la interacción con una fe cristiana militante, que no termina de definirse en las prácticas que muestra en una denominación en particular pero que claramente, interpreta y valora esas prácticas que se ven como genéricas y al mismo tiempo propias de ciertas comunidades de fe.

Volvemos entonces al principio de los gustos, las apetencias y por qué no, las aspiraciones desde las cuáles leemos y vemos las obras de arte a nuestro alcance. No es posible que el arte nos resulte indiferente, y es aún más complejo que la trascendencia de la espiritualidad del ser humano (en este caso desde prácticas cristianas particulares) nos sea indiferente. Será bueno volver una y otra vez a la honestidad intelectual de revisar nuestras prácticas de vida, nuestros discursos y obras para ver por qué un relato policial bien logrado en su ilación y con el anclaje de “fe” que lo hace mover en sus capítulos, resulta tan trascendente en ciertas partes de nuestra sociedad o bien, tan abucheadas por otras.

* El autor es pastor de la iglesia evangélica metodista argentina (https://iglesiametodista.org.ar/), director de la Agencia Ecuménica de Comunicación en América Latina y Caribe (https://alc-noticias.net/es/) única agencia a nivel global dedicada al tema ecuménico en el continente y es presidente de la WACC en América Latina (Asociación Mundial para la Comunicación Cristiana por sus siglas en inglés) presente en más de 110 países del mundo desde hace más de 50 años https://waccglobal.org/

 

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