Nuestro contexto en el camino del Proceso de Escucha de la Asamblea Eclesial a la que está invitando el CELAM toma la mirada que ya en el 2007 marcó la V Conferencia de los episcopados latinoamericanos en Aparecida, Brasil:
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“El problema de la droga es como una mancha de aceite que invade todo. No reconoce fronteras, ni geográficas ni humanas. Ataca por igual a países ricos y pobres, a niños, jóvenes, adultos y ancianos, a hombres y mujeres. La Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones. Su labor se dirige especialmente en tres direcciones: prevención, acompañamiento y sostén de las políticas gubernamentales para reprimir esta pandemia”. (DA, Nº 422)
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Nuestro lugar como Iglesia es acompañar y encontrarnos con respecto al tema de las adicciones en poblaciones populares para hacer comunidad, hacer familia, hacer Iglesia.
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“Una globalización sin solidaridad afecta negativamente a los sectores más pobres. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y opresión, sino de algo nuevo: la exclusión social. Con ella queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está abajo, en la periferia o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son solamente ‘explotados’ sino ‘sobrantes’ y ‘desechables’.” (DA, p. 65)
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Animamos a la participación activa de todos los actores de la sociedad a trabajar en conjunto en este tema que tanto sufrimiento lleva a las familias de nuestro continente. Vemos una oportunidad valiosísima en este Proceso de Escucha de la Asamblea Eclesial para comprender los grandes dolores de nuestros pueblos.
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