«Sostener que son Encuentros Nacionales reafirma una posición colonial que minimiza la violencia»

Las periodistas Amanda Alma y Lia Ghara ofrecieron su mirada sobre el 34 Encuentro en La Plata. «Con el cuerpo más descansado, recuperadas las energías, ponemos el horizonte en el próximo destino: San Luis.»

Por Amanda Alma* y Lia Ghara**

Foto Maria Jose Grenni

A días del último Encuentro en la ciudad de La Plata ya con el cuerpo más descansado, recuperadas las energías, ponemos el horizonte en el próximo destino: San Luis. Nunca en 34 años, esa provincia logró albergar uno.

La ciudad de las diagonales volvió a ser sede por segunda vez en la historia, con muchas y simultáneas propuestas para que sea histórico. No solamente fuimos miles que nos trasladamos a pesar del mal clima y la crisis económica, también fue un Encuentro de Encuentros.

Sin dudas el movimiento feminista necesita repensar los Encuentros, su dinámica y las formas en que se garantizan las condiciones para recibirnos masivamente. Con la irrupción de nuestras demandas y perspectivas en la agenda pública, después del 3 de junio del 2015, ya no se pueden mantener las dinámicas que nos fueron útiles en los últimos años. Algo de esto se intentó en la búsqueda de modificar e incluir la dimensión plurinacional en el nombre del Encuentro. Que no se refiere solamente a las 33 naciones originarias y preexistentes, sino también pone en relevancia la participación de migrantes que sostienen los Encuentros desde hace años y enriquecen los debates.

Que la comisión organizadora del Encuentro de La Plata se haya resistido a incorporar las demandas de las mayorías para modificar el nombre, muestra que se mantienen posiciones conservadoras y que el movimiento está en tensión, no es homogéneo. Hay sectores que se niegan a reconocer las transformaciones que venimos consolidando desde hace años. Sostener que son Encuentro Nacionales reafirma una posición colonial que minimiza la violencia que imprime la dominación y silencia la demanda política por la diversidad cultural en esta parte del continente. Sabernos originarias y afrodesendientes es reconocer que hay más de un Estado que habita nuestro territorio. Además, siempre es mejor cuestionar al Estado Nación que se impuso a fuerza y sangre negando las preexistencias y otras formas de organización comunitaria. Hay que ver de qué lado de la mecha te ponés, porque el silenciamiento ya no es una opción para el movimiento.

No es una discusión menor ni extemporánea. Ya en Chaco se propuso y en Trelew se reafimó. Era entonces necesario que en La Plata esa discusión estuviera saldada desde un principio. Se trata de una modificación sustancial que amplía los límites del movimiento, y también reconoce que las mujeres blancas cis y heterosexuales no son la centralidad, ni el único sujeto que sostiene esta lucha. Este movimiento se consolidó en más de tres décadas y muchas veces invisibilizado. Con las compañeras originarias, migrantes, con las travestis y las lesbianas, con las trans y no binaries. Todes dando batalla contra el patriarcado y discutiendo el régimen heterosexual que se presentan como naturales e inmodificables.

Cuando miramos para atrás y repasamos la propia historia reconocemos el rol fundamental que hemos tenido en la consolidación de nuestra democracia. Los Encuentros fueron el espacio para debatir y construir una sociedad más democrática y feminista; más justa y soberana. En 1992 cuando se cumplían cinco siglos de la conquista de nuestros territorios, en el VII Encuentro que se hizo en Neuquén, se marchó por primera vez y se instituyó una forma de visibilizar la potencia de movimiento. Y marcharon cerrando las columnas, juntas y hermandad, las lesbianas y las indígenas. Consolidando una alianza que hoy exige su reconocimiento. Porque lo que no se nombra no existe y lo que se oculta en el genérico -mujeres o disidencias- son los privilegios y las desigualdades. Los cuerpos tortilleros y originarios se movilizaron juntos porque hasta el día de hoy se intenta someterlos a un modelo de mujer que no existe. Y que si existiera, rechazamos.

Por eso la movilización contra los travesticidios del sábado 12 de octubre, fue una marcha histórica. En esa fecha tan significativa, ver a nuestras compañeras travestis y trans encabezando las columnas, con la imagen de Diana Sacayan como bandera, fue una emoción inconmensurable. Escuchar el repiqueteo de los redoblasteis que marcaban el ritmo de la larga caminata entre los movimientos sociales y los partidos políticos con sus referentas adelante, orgullosas. En esas tupidas cuadras recorridas quedó clarísimo que los debates travestis-trans son centrales en la agenda de los feminismos, y que les compañeres están organizadas para conducir la lucha colectiva.

Sin dudas fue el encuentro más grande de la historia. Quedará marcado por el cambio de nombre que más allá de lo que pretendas las comisiones organizadoras, para nosotres ya es Plurinacional, de travestis, trans, lesbianas, no binarias y mujeres. No sé cuántas llegaremos el año próximo a San Luis pero este fue el último Encuentro de la era macrista, y eso ya augura que vendrán tiempos mejores.

Sólo para terminar, repudiar siempre a la policía que este año también tiró gases lacrimógenos en la plaza frente a la Catedral para dispersar a las tortas, maricas y mostres que prendían una hoguera para exorcizarse de la iglesia católica.

*Amanda Alma es periodista, lesbiana, feminista y peronista. 

** Lia Ghara es periodista, integrante de Manifiesta (Cooperativa de Comunicación Feminista)

,

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *